Se ha pasado toda la noche lloviendo, así que no teníamos claro si merecería la pena ir a ver amanecer en Ahu Tongariki, de todas formas era el último día en la isla de Ismael, Macarena y Gonzalo, por lo que decidimos ir.
Una vez visto el amanecer vamos a la playa de Anakena recordando que llegaba una embarcación tradicional y la verdad es que fue todo un acierto. La leyenda afirma que el pueblo Rapa Nui llegó a la isla en embarcaciones desde la polinesia, lo que indica que eran grandes navegantes. Para demostrar esta teoría habían construido un katamarán ascentral polinésico: el Kuini Analola y esta era la primera vez que hacía una travesia desde el continente hasta la isla a vela y sin instrumentos para guiarse, utilizando únicamente las señales de la naturaleza, por lo que iban a celebrar esta hazaña con una gran fiesta.
Fueron 27 días de travesía con 10 tripulantes, 7 pascuenses y 3 del continente, recreando lo que hacía más de tres siglos que no sucedía en Rapa Nui.
Como os podéis imaginar el recibimiento fue espectacular, bailes tradicionales, trajes, ceremonias y ofrendas durante toda la mañana hasta llegar a la hora de comer, donde habían estado preparando durante horas el conocido Curanto. Esta comida tradicional, consiste en hacer un agujero enorme en el suelo, encender dentro una hoguera que se deja consumir hasta que quedan solo brasas para luego ir poniendo capas de carne, hojas de plátano y vegetales que se tapan y se van haciendo lentamente.
Además de curanto, había pescado a la brasa y fruta variada que ofrecían a cualquiera que quisiera, no solamente a los locales, por lo que pudimos disfrutar un montón del evento y de la comida.
Allí precisamente estuvimos mucho tiempo hablando con IO, un Rapa Nui majisimo que nos estuvo contando un poco de su historia y los problemas actuales que tenían de disputas internas, etc.
Tras haber presenciado bastante de casualidad semejante hecho histórico volvemos al aeropuerto para dejar al trío, ya que su vuelo sale a las 14.50 y hay que estar más de una hora antes allí por si acaso, y menos mal, ya que Gonzalo se había dejado un peluche en la casa y tuvimos que hacer un sprint importante para llegar a tiempo.
Nuestro vuelo salía al día siguiente, por lo que podiamos disfrutar 24 horas más de lo que nos ofrece la isla.
La tarde nos la tomamos con calma, vamos a ver el Moai más grande de Te Pito Kura con la famosa roca redonda y los petroglifos de Papa Vaka, para luego irnos a la playa de Anakena a bañarnos con calma, tomar unos zumos y ver el Ahu que la adorna, el Ahu Nau Nau.
Para terminar el día, qué mejor que ir de nuevo a ver el anochecer al Ahu Tahai.