Arrancamos nuestro último día en Atacama con una de las visitas más renombradas de Atacama, el Valle de la Luna, que habíamos dejado para el último día porque está muy cerca de San Pedro, de hecho había bastante gente que lo hacía en bici.
Para el público general estaba permitida la entrada antes de las 13h, a partir de ahí (si ya estas dentro no pasa nada) solamente dejan entrar a tours con guía.
Habíamos preguntado el horario y nos dijeron que el valle de la Luna se abría a las 10h, con lo que a esa hora estabamos allí como un clavo, para darnos cuenta en la entrada que la hora de apertura eran las 9 y no las 10, con lo que podíamos haber ganado una hora con mejor temperatura ambiente, porque recordemos, el valle de la Luna es un secarral de tierra, arena y sal donde como le dé por hacer calor.... te torras.
El recorrido está claro, es un camino por el que vuelves sobre tus pasos llegado el final. Las dos primeras "atracciones" NO eran visitables, ya que las tremendas lluvias en los meses anteriores habían provocado muchos derrumbes en las cuevas de sal y el cañón....qué rabia!.
De modo que nuestra visita empieza en la gran duna, nos habían comentado en la entrada que eran unos 15 minutos.... ¿en serio alguien de verdad visita esto en 15 minutos? es la pregunta que nos hicimos nada más bajar, ya que estuvimos casi 2 horas hasta volver a coger el coche. Desde el aparcamiento, paseamos hasta punta final por la cresta y luego volvimos hasta la gran duna, una recorrido espectacular con una visión sobrecogedora del entorno, sin una sola planta, pero con unos diseños y colores de no poder cerrar la boca de asombro.
Cuando bajamos de la gran duna, cogimos el coche hasta el siguiente punto de parada, donde de nuevo volvemos a subir por una cresta desde donde pensamos que tal vez se vea el famoso autobús abandonado (de la película "Priscila reina del desierto"), abrimos el GPS con su posición, nos hacemos a la idea de por dónde estaría y OLÉ, tras mirar con detenimiento a través de nuestro objetivo vemos que a más de 2km de nuestra posición hay un coche 2cv y una moto al lado de un autobús haciendose fotos.
Desde ahí vemos que sale otra rutilla circular sin más información que "vete si quieres", y ante tal sugerencia, fuimos... obviamente por allí no iba apenas nadie ya, solo otra pareja de franceses y tres fotógrafos (que parecían profesionales) encabezados por su guía... en seguida nos dimos cuenta de por qué el guía los llevó por allí...
Fuimos a dar nada menos que a la otra parte de la gran duna, el anfiteatro... un recorrido no excesivamente largo (45 minutos máximo) que nos lleva a una apertura ESPECTACULAR sobre la gran duna con el volcán Licancabur al fondo. Además, allí estabamos prácticamente solos.
Todavía con la emoción del recorrido volvemos al coche, la siguiente parada son las minas de sal, donde podemos apreciar las construcciones y maquinaria utilizados para extraer dicho mineral de la zona.
De ahí solamente nos quedaba el punto final, las famosas 3 marías, las tres rocas del punto más lejano donde se llega en la visita.
En total, hemos estado nada menos que 5 horas en el valle de la luna y eso que había dos zonas cerradas, así que en condiciones normales hubieramos necesitado todo el día.
Eso sí, nos alegramos un montón de no hacer la visita en bicicleta, vimos bastante gente con cara de cansancio extremo sobre la bici, mucho calor, CERO sombras, y encima una vez paras en cada aparcamiento caminata hasta el punto de interés..... Uffff, MENOS MAL!.
Salimos del valle de la Luna y esta vez fuimos a comer a unos chiringuitos fuera de la calle caracoles... y vaya si cambia la cosa, al lado del campo de fútbol comimos muy bien y mucho más barato que en la turística calle. Deberíamos haber empezado, desde el primer día, a inspeccionar restaurantes alejados de la calle principal, y habríamos dividido entre tres el gasto en comida sin ninguna duda.
Después de comer nos dirigimos hacia Calama con intención de hacer una parada previa en la piedra del Coyote, punto muy habitual para ver el anochecer y la verdad es que nos gustó. Debe ser un punto precioso en la pueta de sol, pero nuestro vuelo nos impide quedarnos, además nos queda una última visita que no queremos perdernos... y es que hemos encontrado por internet un track para llegar al autobús abandonado.
Los primeros kilómetros de la ruta coinciden con la de las lagunas escondidas de Baltinache para luego meterse a la izquierda al valle de la luna por una maraña de caminos de la que de no ser por el track.... todavía seguiriamos allí, ya que pasas al lado del autobús, pero al estar detrás de un montículo, como no sepas donde buscar te quedas sin verlo!.
Y a punto de anochecer, nos dirigimos hacia el aeropuerto de Calama para dar por concluida nuestra estancia en San Pedro de Atacama y así devolver con tiempo el coche de Europcar.
Cuando vamos a entregarlo, el encargado de revisarlo nos dice que los asientos de atrás tienen una mancha, la verdad es que ahí no ha ido nadie y no parecía que se hubiera derramado nada de nuestras mochilas, raro raro.... la mancha parecía de sal, imaginamos que se quitaría con un trapo húmedo, pero como tenemos el seguro total y no queremos llegar tarde al avión, aceptamos el desperfecto.... el encargado se queda callado y nos dice "vale".
ERROR! al día siguiente nos llega una factura de 100 EUR de Europcar porque el seguro "total" no incluye tapicería, olé por Europcar, ahora ya no nos soprende la nota tan mala que tenía... y desde luego se han ganado unos no-clientes con nosotros.
Sin embargo la historia del coche no desmere ni un poco lo agusto que nos hemos sentido en Atacama, nos vamos en el avión comentando que nos ha FLIPADO el lugar, nos han quedado cosas por ver, hemos tenido sensaciones espectaculares, hemos visto paisajes únicas, diferentes.... y es más, nos hemos quedado con ganas de seguir allí visitando y disfrutando de este desierto tan particular.
Cuando visitamos un lugar, no es habitual que queramos volver, ya que hay infinidad de sitios en el mundo que nos gustaría ver, y normalmente siempre los "tachamos" como objetivos futuros, pero Atacama es de esos lugares a los que definitivamente SÍ volveriamos y donde se nos ha quedado la espinita de alquilar una furgoneta de esas que alquilan allí con colchón para dormir en medio de la nada bajo las estrellas... todo se andará.
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