Hoy pasaremos todo el día en altura, pasando de los 4000 metros, así que desayunamos bien y llenamos las mochilas con bastante agua y hojas de coca.
Partimos hacia las lagunas altiplánicas parando primero en el pueblo de Toconao, ya que está en la misma carretera, donde paseamos un poquito para la parte superior del cañón del río.
Continuamos la ruta pasando por el trópico de Capricornio, ya teniamos la foto en África, así que ahora toca en América.
A partir de ahí, dejamos la llanura del salar de Atacama y empezamos el ascenso hacia las lagunas Altiplánicas.
La llegada a la laguna Miscanti es realmente espectacular, rodeados de volcanes con nieve y colores brillantes, Vicuñas dejandose ver en cuanto superamos los 4000 metros de altitud, todo un conjunto de recursos naturales que nos hace parar en varias ocasiones para disfrutar tranquilamente el privilegio inmenso que supone visitar este entorno.
Una vez coronando el acceso a las lagunas ya tenemos la vista completa, donde aparecen grandiosas en el valle, con los volcanes al fondo y rodeadas de animales pastando. Al pasear por el sendero que las comunica, empezamos a notar la altura, por lo que es recomendable caminar de forma pausada y sin hacer esfuerzos, porque la cabeza no se encuentra cómoda con movimientos bruscos.
Después de recrearnos en el precioso entorno de estas lagunas, preguntamos el tiempo que se tarda en llegar desde allí al salar de Talar y piedras rojas, del que nos habían hablado maravillas. Como parece que está a unos 30 minutos, decidimos darnos el lujo de esperarnos a comer nuestras empanadas al llegar allí.
Y vaya si mereció la pena la espera, ya desde el primer mirador resulta imposible captar en fotos lo espectacular que es esta zona, sus colores, su imensidad, parece que estás contemplando una acuarela, GUAU!!!!!!!!.
Allí sentados, con una increible vista, comemos tranquilamente disfrutando del paisaje y, una vez hemos repuesto fuerzas, decidimos acercarnos al otro punto del salar, donde se encuentra otro de los miradores abiertos. Antiguamente había más zonas visitables, que se adentraban más en el salar, pero unos turistas decidieron hacer kite-surf y publicarlo en youtube con lo que los responsables del parque decidieron cerrar el acceso.
En el segundo mirador no se está tan agusto como en el primero, ya que hace un viento huracanado, aún así merece mucho la pena acercarse, porque la vista es completamente diferente a la del primer mirador aunque no menos espectacular, pero con tanto frío no somos capaces de aguatar mucho rato y volvemos al coche para encontrarnos una sorpresa...
Un zorro que cruza la carretera al lado de nuestro coche y al que no asusta demasiado ni nuestra presencia, ni nuestros gritos mientras, muy emocionados, no paramos de señalarlo e indicarnos unos a otros por donde se iba alejando.
Al volver de piedras rojas, deshaciendo el camino de ida, volvemos a encontrarnos con vicuñas, zorros, ratoncillos y hasta Ñandús (tipo avestruz), algo que no esperábamos, la mayoría pegados a los bordes de la carretera, lo que nos permite disfrutar de un safari inesperado a simple vista. Si tenéis prismáticos, no os olvidéis de llevarlos, de verdad que merece la pena, por la cantidad de vida que se ve en Atacama, aún siendo un desierto y estando a semejante altitud.
Paramos a tomar un café en un restaurante típico del pueblo de Socaire (toda una experiencia, por cierto) y de ahí ya descendemos al llano de Atacama para ver anochecer y pasear por la laguna Chaxa y salar de Atacama, aquel paseo que el primer día no pudimos hacer y que hoy retomamos, disfrutando de las varias especies de flamencos y otras aves, que habitan la zona y de los colores de la puesta de sol.
Una vez se hace de noche volvemos a cenar a un restaurante bastante elegante de la calle Caracoles: "La Casona", que nos parece a todos excesivamente caro, no respondiendo demasiado a nestras expectativas.