Para terminar nuestra estancia en la serranía de Cuenca hemos decidido pasar por dos parajes naturales, no demasiado conocidos, las torcas de los Palancares y las lagunas de Cañada del Hoyo.
Las torcas son hundimientos del terreno tras ceder éste, es decir, básicamente son cuevas que en algún momento no han soportado el peso de su techo y se han desmoronado dado lugar a unas formaciones semicirculares del terreno con paredes verticales y de dimensiones variadas, que van desde las 0,35 hectáreas de la torca de la Novia a las 10,27 de la Torca Larga.
Las más curiosas son las "pequeñas" ya que en ellas se aprecia mejor el hundimiento y las paredes verticales. En las más grandes hay auténticos bosques de pinos en su interior, lo que nos impide tener la perspectiva suficiente, aunque por otra parte éstas suelen tener un mejor acceso a su parte inferior.
En esta zona además están marcados varios árboles singulares que bien merecen una visita paseando.
No tenemos claro si la zona es poco conocida o la época en la que fuimos (marzo) es temporada baja, pero lo cierto es que fue una delicia pasear por allí sin grandes multitudes, el silencio y la tranquilidad era total.
Tras visitar las torcas merece la pena acercarse a las lagunas de Cañada del Hoyo, donde añadimos a los agujeros circulares el agua, que dependiendo de la laguna y de los materiales que la forman tienen unos tonos de color u otros. Las tonalidades dependen incluso de la época del año, con cambios tan radicales como pasar a ser azuladas o verdosas a prácticamente blancas.
Existe una zona abierta al público donde se visitan 3 lagunas en unos 25 minutos y otra privada donde hay otras 4. La visita a la zona privada cuesta 2,5 EUR, así que en nuestra opinión merece la pena entrar a dar un paseo, que suele durar entre 25 minutos a 1 hora y media dependiendo de la velocidad de cada uno.