Durante el mes de Marzo viajamos a Cuenca con objeto de visitar la ciudad y algunos de los lugares más interesantes de su serranía, durante 3 días completos, ya que teníamos muy buenas recomendaciones de otros viajeros y amigos.
El primer día decidimos dedicarlo integramente a visitar la ciudad y verla sin prisa, lo que resultó ser todo un acierto porque la parte alta de Cuenca tiene mucho que enseñar y se agradece pasear por sus calles tranquilamente.
Cuenca se sitúa sobre una colina con un río a cada lado, el Júcar y el Huécar, así que comenzamos haciendo un paseo por ambas vertientes desde la parte superior para hacernos una composición de lugar.
Subimos con el coche hasta lo más alto de la ciudad: el antiguo castillo árabe, para desde allí iniciar un recorrido hacia el parador, en la vertiente del río Huécar, y así ir descendiendo callejeando de un lado al otro de la ciudad.
El río Huécar ofrece las vistas más conocidas de la ciudad: las famosas casas colgadas y que como luego veremos... son las menos típicas de allí.
Desde la vertiente del río Júcar contemplamos un paisaje más natural: el impresionante cañon del río y sus hoces, por lo que si eres amante de la naturateza es practicamente imposible no quedarse un buen rato observando la zona desde sus multiples balcones y miradores.
Una vez nos hemos hecho la composición de lugar, contratamos una visita guiada. Por 5 euros recorremos, durante dos horas aproximadamente, diferentes rincones de Cuenca en los que nuestro guía, Jurguen H. Loos (un holandés que lleva ya un porrón de años viviendo allí) nos explica con todo detalle construcciones, épocas, problemáticas y superaciones. En nuestra opinión esta actividad es imprescindible, ya que por un precio muy razonable y al alcance de todos los bolsillos, tenemos una explicación muy completa de la historia y monumentos de la ciudad. Él nos explicó precisamente que las famosisimas casas colgadas es un tipo de construcción que nada tiene que ver con las tradicionales de la ciudad (además de ser bastante moderna), ya que tener balcones abiertos y encarados al norte no es nada práctico en una ciudad tan fría.
Finalmente disfrutamos del anochecer en las calles y subimos al cerro Socorro para tener una vista global del entorno desde las alturas. Allí se encuentra el monumento al Sagrado Corazón y el recorrido son unos 25 minutos en coche por una carretera estrecha y con curvas, no demasado agradable si te mareas, en ese caso tal vez sea más interesante subir hasta allí recorriendo el sendero que se aprecia desde la ciudad.
Dormimos en Cuenca