Nuestros amigos Loren y M. Ángeles nos proponen viajar en el puente de Diciembre, y como no hace falta mucho para convencernos, directamente les decimos que sí.
Tras buscar vuelos baratos a diferentes destinos hemos visto que Mallorca es la mejor opción a estas alturas, así que nos vamos a la isla de la cabra con las siguientes premisas:
Dada la época del año tenemos en cuenta que:
Dicho esto, para aprovechar al máximo el tiempo y reducir el coste cogemos un vuelo que llega a las 10 de la mañana a Palma, siendo la vuelta el último día a las 21h. De esta forma aprovechamos los días pagando una noche menos de alojamiento.
Llegamos al aeropuerto con un coche reservado a razón de 10 euros por día con Goldcar y allí mismo lo cogemos y entregamos de vuelta.
De los puestos de alquiler de compañías del aeropuerto es el más saturado y nos toca esperar un rato para llevarnos la primera sorpresa y es que nos encasquetan un seguro de 74 euros, "ya que el coche viene sin seguro", con lo cual el alquiler ya pasa a 30 euros/día frente a la super-ganga de 10 que creíamos haber conseguido.
Para no perder las valiosas horas de luz decidimos ir directos del aeropuerto a ver la catedral de Palma y el castillo de Bellver, ya que viendo los horarios por internet había días de cierre y el sábado era el día que nos coincidía mejor.
La entrada a catedral nos costó 7 euros que incluye una audioguía, muy bien montada, con comentarios de menos de 2 minutos en cada punto, lo que la hace entretenida y no cansa.
Se visita por ese precio museo, catedral y claustro.
Nosotros teníamos 2 horas para hacerlo ya que era el límite del aparcamiento regulado donde habíamos aparcado y teníamos que volver a mover el coche, y la verdad, fue algo justo de tiempo, y desde luego si volviéramos a hacerlo meteríamos el coche en un parking para no estar con la presión del tiempo.
Después de comer en una cafetería de paso, vamos al castillo de Bellver que está situado en una loma con muy buenas vistas a la ciudad y además tiene la curiosidad de que es redondo.
El castillo tiene un precio de entrada de 4 euros y desde su explanada superior (la parte más alta a la que tenemos acceso) vemos anochecer haciendo fotos a la ciudad.
Para terminar el día vamos al apartamento que habíamos reservado por booking y allí nos encontramos con la sorpresa de que el señor que trae las llaves nos dice que el lugar no es para dos parejas, sino que está preparado para una pareja y dos niños (camas pequeñas y cortas), son las 19h y nos sugiere anulemos la reserva y que hará lo posible para que "el dueño" nos devuelva la fianza.
Nos suelta un rollo de que en la página de booking lo ponía todo muy claro y que como era un error nuestro no puede hacer nada.
Nos ponemos a buscar otro alojamiento directamente y mientras nos ofrece otro apartamento que tiene libre, pero que resulta ser más caro: 110 euros por día frente a los 94 del otro.
Frente a lo que parece un timo en toda regla nos ponemos a discutir con él comentando que si nos lo deja al precio que cuesta el otro aceptaremos, de otro modo no. De esta forma va bajando el precio poco a poco hasta que finalmente, tras bastante discusión, acepta y nos lleva al otro apartamento, del cual "casualmente" llevaba las llaves encima. El nuevo apartamento está aparentemente muy bien y desde allí pedimos comida con la app La nevera roja a un restaurante asiático de la zona, es nuestra toma de contacto con el alojamiento y tanto la comida como el entorno nos dejan satisfechos.